Ludwig Streicher. Episodios de su vida relatados por él mismo. (VII) Esto es muy difícil!

Como músico de orquesta en cierto sentido se es un subalterno. Es complicado hablar de ello con diplomacia. Cada director cree que tiene siempre la razón y hay que tocar tal y como cada uno quiere ( excepto los Filarmónicos que por encima de todo tienen su voluntad propia ). Ser músico de una pequeña orquesta tiene que ser frustrante porque se presenta un director con cuatro o cinco años de estudios de piano que empieza a dirigir y no sabe nada de una entrada de metales, no sabe exactamente cómo  tiene que tocar la cuerda, pero él quiere mandar. Un músico de orquesta es un esclavo.

Hay que decir que los Filarmónicos de Viena tienen también una increíble rutina. De esto puedo contarles una anécdota: Yo era una persona bastante indisciplinada y siempre hablaba con mi compañero de atril. Durante la actuación nos contábamos las novedades del día pero sin dejar de prestar atención a  la música. Esto quiere decir que tenía que trabajar con mucha concentración para poder hablar y tocar al mismo tiempo, que no era tan fácil!

Un buen día vino a verme el profesor Hollreiser, el director, y me pidió encarecidamente: «¡ Streicher, se lo ruego! Le doy lo que usted quiera si por una vez no habla durante la representación de una ópera». » Pero maestro, esto es mucho pedir «, le contesté yo. «Además, no sé por qué se preocupa si toco todo». «Lo sé, usted lo toca todo», exclamó él. Yo le aclaré entonces mi «compleja» situación: «Mire, he de prestar mucha, mucha atención. Primero tengo que prestar atención a mi contrabajo, a lo que toco. Tengo que atender a la chorrada que cantan ahí arriba los cantantes y después tengo que prestarle atención a usted. Tengo tres factores a los que tengo prestar toda mi atención y al mismo tiempo también quiero hablar! Esto es muy difícil para mí!». «No obstante, señor Streicher…» empezó otra vez el Profesor Hollreiser y yo continué mostrándome dispuesto a llegar a un acuerdo, «la semana próxima tenemos Cosi fan tutte en el Reduttensaal», le dije. «Regáleme una entrada para mi mujer.» Hollreiser se puso contentísimo. «Si, eso está hecho! Tendrá el mejor sitio!»

Así que el día del Cosi llegó, mi mujer tenía una de las mejores localidades y yo estaba sentado en el foso de la orquesta, al lado de mi compañero Hermann. Sólo había dos contrabajos. y a Hermann le gustaba siempre charlar conmigo. Así que Hollreiser comenzó a dirigir y, de repente, me dice Hermann: «¿Qué te ha parecido el ensayo de ayer?» Y yo sentado como un Buda. «¿Qué tienes, estás loco, por qué no hablas?» Yo me quedé sin pronunciar una palabra, mudo. Mientras tanto Hollreiser me miraba, dirigiendo hacia mí, disfrutando al verme tan callado. Hermann cada vez se enfadaba más hasta tal punto que no me dirigió la palabra durante los dos días siguientes. En el entreacto Hollreiser vino a verme y me dijo: «¡Streicher, esto es maravilloso!». «i Es horrible!» exclamé yo, «Guárdese su entrada que de ahora en adelante vuelvo a hablar…y ya le compraré yo la entrada a mi mujer»

de robertoterron

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